Psicología Integrativa:

Tu Espacio para Sanar

El cuerpo se cura, la mente se aquieta, tu alma sana... y el espíritu crece.
No eres una máquina de comportamientos positivos y negativos… tu alma tiene mucho que decir: Ven a “Tu Espacio para Sanar” y ¡déjale que hable!

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Qué hago

La Psicología Integrativa nace como una opción
a las terapias convencionales de la Psicología Clásica.

El ser humano no es una entidad estática, evoluciona con el paso del tiempo y determinados modelos de actuación  se están quedando obsoletos a la hora de abordar el sufrimiento, principal propósito de una terapia y eje central de las demandas que recibimos en la consulta. De la misma forma que una medicina alternativa como la Homeopatía no descarta el uso de antibióticos para atender una fuerte infección, las Terapias Alternativas no se oponen a las disciplinas y formas de actuar de la psicología convencional; por ejemplo, utilizan algunas de las orientaciones del modelo Humanista y, en algunos casos, del Cognitivo-Conductual. Sin embargo, no se ciñen a rígidas directrices y tratan al alma humana como algo real, no como un concepto abstracto e inalcanzable. Lo importante es la persona y todo gira en torno a sus problemas.

Objetivos

- El objetivo principal de una terapia alternativa es allanar el camino de los “caballos desbocados” (nuestras emociones) para ayudar a sus “amos” (nosotros) a sujetar de nuevo las riendas y poder “manejarlos” de nuevo.

- El papel del psicólogo: el terapeuta es como un suave instrumento musical. Imagina que has perdido tu propio pentagrama o ‘mapa de vida’, si te ofrecen un violín (terapeuta) es muy probable que vuelvas a encontrar la melodía (terapia) que has extraviado en tu recorrido vital, esas señales que de nuevo te ayudarán a coger las riendas de tu destino… El psicólogo brinda su ayuda profesional, está a (y de) vuestro lado durante el meollo del proceso crítico, os da la mano, influye y propicia la transformación y curación; pero no es, en modo alguno, la ‘aspirina’ que anula el ‘dolor de cabeza’ o que interrumpe el proceso neurológico que lo propicia.

- El papel de la persona que demanda nuestra ayuda: totalmente activo y receptivo. Con ayuda de la terapia descubrirá sus propios recursos y trabajará en su evolución para restaurar el equilibrio perdido; es como volver a casar las piezas de un puzle.

 

Mi Experiencia

Sin embargo, lo mejor que tengo para ofrecer como aval profesional que me respalde sin miramientos, es mi EXPERIENCIA, el haber ayudado a numerosas personas a los largo de mi andadura como psicóloga. «La experiencia es la madre de la ciencia…» y de muchos desvelos, contrariedades y sinsabores, y es la única vía para aprender y ofrecer lo mejor de nosotros a los demás con el paso del TIEMPO, un buen maestro también. Trabajo desde una Orientación Humanista de corte Espiritual, en esencia, pero me considero una profesional ecléctica, es decir, procuro conciliar el modelo más conveniente para cada caso concreto, como el sistémico o terapia familiar (volver a restaurar el equilibrio de los microsistemas) o el cognitivo-conductual (basado en la intervención de nuestros pensamientos como agentes de nuestras conductas disarmónicas o viceversa, de las conductas desequilibradas que nos llevan a un pensar insano).

Cómo trabajo

Llevo dieciocho años, con sus lunas y sus soles, en el ejercicio de esta profesión, cien por cien vocacional y enormemente sacrificada. En muchas ocasiones hemos escuchado frases triviales como: «yo también soy muy buen psicólogo» o «analízate tú primero si quieres dedicarte a los demás…» La primera es una manera ramplona de banalizar una profesión como la nuestra, tan idealizada en las películas y tan poco conocida en la realidad. La segunda frase no va desencaminada, pues el conocimiento de uno mismo es una buena tarjeta de presentación; si hemos vivido en primera persona las dolencias y sufrimientos por las que solicitan nuestra ayuda, podremos desplegar mejor las estrategias para ayudarles, qué duda cabe.

Mis principales herramientas son:

La Autenticidad: no dejar de ser quién soy y ser Congruente con mi condición de Sensibilidad, sin máscaras o fachadas que contaminen la relación terapéutica.

La Aceptación Incondicional: aceptar en su totalidad a la persona que me pide ayuda, con su bagaje vital, sus sentimientos y su forma de pensar; como persona única y en ausencia de sentencias, dogmas o influencias que puedan interferir en la terapia. En la medida en que esta relación terapéutica se mantenga limpia de juicios, más fácil le resultará al paciente comprender que lo importante es su propio criterio así como sentirse libre para asumir la responsabilidad de manejar su vida.

La Empatía: percibir al otro como si fuera yo misma y acompañarlo en su proceso de sanación para que pueda explorar con mayor precisión sus experiencias vitales y clarificar sus sentimientos más profundos. Cuanto más comprendida y aceptada se sienta la persona, más sencillo le resultará abandonar sus resistencias y defensas para comenzar el camino hacia su propia maduración personal.